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Desafíos de la transformación digital, columna de Victor Cayulef para la Especialidad Computación e Informática

Cada vez, con mayor frecuencia, escuchamos a colegas, amigos, periodistas, algún conocido o algún experto hacer alguna referencia a la transformación digital. Como en todo, pueden existir muchas definiciones, pero este es un tema tan amplio que no creo recomendable encerrar en una definición clásica de dos o tres frases lo que significa, sino más bien entenderlo como un proceso de crecimiento, avance, mejora y cambio continuo hacia nuevos estadios empresariales, tecnológicos, educacionales, gubernamentales y por supuesto, personales.

Como sabemos, la Revolución Industrial es la primera referencia moderna a una transformación económica, social, cultural y tecnológica y sus alcances han sido estudiados y difundidos ampliamente, convirtiendo esa experiencia en una referencia mundial. Pasar de una economía rural a una urbana tuvo impactos en la concepción de las ciudades, los negocios, la mano de obra o las clases sociales. Todos los aspectos de la sociedad fueron “afectados” por esta revolución y la forma de vivir cambió totalmente.

Por lo tanto, debemos mirar la transformación digital desde esa misma perspectiva. Insisto, más que definirla, debemos entenderla en su proceso transformador, en los impactos que la digitalización genera en todos los aspectos de la vida. En que la transformación digital nos llevará a un mundo distinto, a una sociedad diferente, a hablar de negocios nuevos. Todo esto porque las posibilidades que se abren son enormes y porque hoy tenemos la capacidad de manejar de forma eficiente un activo que antes no podíamos: la información.

Me detengo en esto porque es relevante. Los datos existen desde que existe la humanidad. Con los datos se han realizado avances científicos en todas las áreas del conocimiento, cuando éstos han sido utilizados de forma correcta. Pero cuando un dato en conjunto con otro, u otros, cobran un sentido distinto al que tiene individualmente se transforman en información. Entonces se hace fundamental comenzar a recabar datos y procesarlos para transformarlos en información.

En los comienzos de la informática procesábamos información numérica. Ahora estamos llegando a analizar información que no necesariamente se almacena en dos dimensiones (en tablas o grillas). Esto pasa porque los equipos que nos permiten almacenar datos son cada día más asequibles, baratos y y fáciles de utilizar. Piensen en su primer teléfono, ¿cuánta información podían almacenar, cuantos “gigas” tenían? Ahora vean el Iphone 12, la serie Galaxy S20, o Huawei si hay alguien que no quiere sumarse a los grandes conglomerados. Por lo tanto, un servidor moderno no sólo tiene gran cantidad de almacenamiento sino también gran capacidad para procesar toda esa información.

Es por lo anterior, que hoy nuestros análisis son más certeros. Porque podemos agregar más datos a nuestras ecuaciones. Podemos, por ejemplo, agregar los datos del clima que capturan diversos sensores; podemos agregar datos de sensores de nuestros automóviles; podemos agregar fotografías, videos y un largo etcétera. Con todo esto, por ejemplo, es posible que el comercio sea más certero en ofrecer productos en distintas ubicaciones geográficas y sólo queda en la capacidad del vendedor que los esquimales compren el refrigerador.

Es evidente, para todos hoy en día, que la pandemia ha acelerado los procesos de transformación digital. Por razones sanitarias hoy, por ejemplo, estamos haciendo transacciones en línea, evitando el acceso presencial, dado que ese contacto nos expone a una mayor posibilidad de contagio. Pero el “dinero plástico” hace años que está tratando de ganar terreno en el mundo transaccional y por primera vez el reinado absoluto del efectivo se puede ver amenazado. Basta recordar que hasta antes de la pandemia el 70% de las transacciones hechas en el mundo seguían siendo “en efectivo”. Entonces, acá tenemos una clave de lo que es la transformación digital: un proceso que no sólo utiliza los medios tecnológicos disponibles (que cada vez son más, por cierto) sino que además es capaz de modificar las reglas de un negocio, la vida de las personas, el funcionamiento de las empresas y, en general, todos los aspectos de la sociedad.

Sin embargo, debemos poner atención en que no toda “digitalización” es transformación digital. Una tienda en línea, la implementación de una herramienta de administración de clientes o el marketing digital no son transformación digital. O al menos por sí solas no lo son. La clave está en que la transformación que realizaremos hará un cambio generalizado en el producto, en el modelo de negocio, en la percepción del cliente y finalmente en la vida de éste.

Ahora bien, ¿es una opción la transformación digital? Cada vez menos. Cada día que pasa es una necesidad. Por ello debemos conocer y fortalecer los pilares clave de este proceso: tecnología, experiencia del cliente, cultura empresarial y objetivos de negocio. Es un tren en movimiento en el que nos debemos subir cuando estemos preparados. Y debemos comenzar a prepararnos ahora.

Victor Cayulef O.

Victor Cayulef O
Ingeniero Civil en Informática Universidad de Santiago Socio Especialidad Computación e informática https://www.linkedin.com/in/vcayulef/