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El orden correcto de las “R” para un mundo más sustentable, columna de Fernanda Palacios

El orden correcto de las “R” para un mundo más sustentable, columna de Fernanda Palacios

Columna de Fernanda Palacios

Durante muchos años se ha planteado que unas de las claves para un consumo más responsable con el medio ambiente y la sustentabilidad son “reducir”, “reutilizar” y “reciclar”. En otras palabras, las 3R. Se han repetido como un mantra que tienen que seguir, tanto las familias en sus hogares, como las grandes compañías, pasando por los municipios, las Pymes y todas aquellas que constituyen el sistema productivo.

Si bien esto de las “3R” ya tiene un tiempo resonando, sin duda debe seguir haciéndolo y ojalá con más ímpetu. Especialmente ahora, con una Ley de Reciclaje, en la puerta del horno, que obligará a varias industrias a pensar “fuera de la caja” con respecto a sus productos, con una población local que recicla apenas cerca del 4% a nivel domiciliario y con una bofetada a nivel mundial, producto de la imposibilidad de más de 200 países de que la temperatura no suba en más de 2 grados Celsius.

Muchas veces, estas “Rs” se ponen todas al mismo nivel, o incluso, a veces, algunos creen que el reciclaje es la acción más importante para reducir nuestra huella medioambiental. Sin embargo, si bien el impacto del reciclaje es relevante, la primera R que debe prevalecer es la de reducir, de manera transversal tanto industrialmente como en los hogares y familias.

El concepto “reducir” no solo se refiere a tratar de minimizar la basura, sino también al término “rechazar”, en el sentido de “reducir el consumo” o evitar adquirir productos (para un consumidor) o insumos (para un productor) que pudiesen botarse en el futuro. Ejemplos de organizaciones, empresas e individuos que predican y practican esto hay muchos, pero lamentablemente no es suficiente.

Incluso, hay quienes consideran que “rechazar” constituye una cuarta R y la más importante de todas. Sobre todo, porque desde su propia individualidad como R adicional involucra además (principalmente en las generaciones más jóvenes y preocupadas del medio ambiente) conductas de rechazo (y funas) hacia aquellas organizaciones, empresas, comunidades o corporaciones que vayan deliberadamente en contra de estas premisas sustentables. Y este rechazo, en la era de la tecnología y redes sociales de hoy, puede ser nefasto, muy “viralizable” y difícil de revertir.

La R de la reutilización se vincula fuertemente con otro aspecto a tomar en cuenta en esta nueva mirada de la producción de bienes y servicios, siendo fundamental en la ingeniería y desarrollo de productos: el denominado “ecodiseño”. Esta disciplina consiste en diseñar desde su concepción los productos para que puedan reutilizarse muchas veces, revalorizarse o tener una segunda vida con respecto a su estructura, a los materiales o a la forma de utilizarlos

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Y finalmente, en el ámbito de la “R” de Reciclaje, como proceso cuyo objetivo es convertir residuos en nuevos productos o en materia prima para su posterior utilización, es importante considerar aquellos productos cuya materialidad tenga efectivamente la posibilidad de volver a convertirse en materia prima y tenga un nuevo mercado donde darle otra vida útil. Ya sea en el mismo sector o en otro completamente diferente. Por ejemplo, el plástico de ciertas botellas o de sus tapas puede ser empleado para fabricar exhibidores, basureros, cajas organizadoras, escudos faciales, etc. O el caucho de los neumáticos que encuentra nuevos usos en maceteros, palmetas y otros elementos decorativos. Ejemplos hay muchos y es aquí donde la circularidad de los productos es tan amplia como la imaginación y creatividad de cada uno.

Existen casos de grandes fabricantes como Nestlé, Unilever o Coca Cola que están innovando en ciertos productos para que éstos no vayan a la basura al primer ciclo de uso. Incluso para que nunca tengan que desecharse. Materiales que se deshacen, tintas ecológicas, menor densidad y grosor de los empaques y la eliminación de envases son algunos de los cambios que se están haciendo, buscando impactar positivamente. De tal forma que el “rechazar” se convierta en un “aceptar” y que el “reciclar” pase a ser una costumbre tan arraigada en muchos lugares, como usar ampolletas más eficientes o andar en bicicleta en vez de automóvil. O sea, otro paso más a una vida sustentable.

La pregunta y el desafío son, ¿cómo llevar este mismo concepto a otras áreas, como el transporte, la banca, el negocio de la comida rápida e incluso, el mundo de la utilities? En teoría, cualquier actividad humana se puede repensar para ordenar las “R” de una manera más sustentable. Y está comprobado que cuando existe la intención y se multiplica el interés de los consumidores y de la sociedad por alguna tendencia (en este caso, una orientada hacia una economía circular), las empresas, las universidades, el gobierno y, sobre todo, la ingeniería, buscan la forma de resolver el problema. Porque el cambio climático es, claramente, un problema global del que tenemos que hacernos cargo.

Fernanda Palacios Calvanase

fpalcios

Ingeniero Comercial de la Universidad Católica de Chile

Gerente Comercial MBM Group

Con más de 13 años de experiencia en consumo masivo y áreas comerciales