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Ricardo González Cortés: inspiración de la ingeniería a los 98 años

Ricardo González Cortés: inspiración de la ingeniería a los 98 años

Un hombre alto, de ojos azules, impecablemente vestido y con una lucidez extraordinaria. Ya son 98 años las vueltas al sol que Ricardo González Cortés, ingeniero civil, emprendedor, empresario y socio del Colegio de Ingenieros ha dado. Para llegar a esta edad, reconoce que, además, de la ingeniería para mantenerse vital, su fe en Dios y su mujer Chabela Alemany han sido sus pilares. Cuándo le preguntamos cómo se mantiene, su respuesta parte por el desayuno, un jugo de naranjas, fruta, yogurt y recalca: “Desayunar con calma, tranquilo. No es esto de tomar café y salir corriendo” como cada día lo hace, en el campo en el que vive, en la comuna de Puchuncavi. Un campo, que recibió cuando su madre murió en los años setenta. Un campo de “rulos”, como dice él, y el cual hizo crecer desde cero, incorporando electricidad, agua potable y las realizando las mantenciones necesarias. Actualmente, ese campo se autoabastece, tiene su huerto, incluso realiza los cálculos de los sistemas de riego y disfruta de los limones, mandarinas, el aceite de oliva, las papayas y lúcumas que se atrevió a cultivar en las más de 60 hectáreas: “Me ha permitido aplicar conceptos de ingeniería simples como son las redes de riego, algunos tranques y un ordenamiento, en general, para que la producción sea óptima” nos cuenta Ricardo, pero reconoce que su mayor pasión es la ingeniería y la construcción.

Ingeniería

¿Cuál consideras que es tu mayor pasión?

Mi mayor pasión es la ingeniería y la construcción, especialmente la de casas. Siempre he disfrutado de construir y ver cómo los proyectos se concretan. Esta pasión ha sido una parte importante de mi vida desde mis primeros años. Ricardo cuenta que fue un estudiante “intermedio” en el Colegio San Ignacio. Al terminar estudió ingeniería en la Universidad Católica: “Era el camino adecuado para desarrollar mi creatividad y enfrentar desafíos técnicos”, señala Ricardo, quien además llegó a ser presidente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica. De esa época recuerda especialmente, de un padre espiritual, quien tuvo una gran influencia en mi vida y su enfoque en los aspectos sociales. Al salir de la universidad, en plenos años cincuenta Ricardo dice que egresar fue enfrentar un mundo completamente nuevo: “Lo que uno aprende en clase es solo una parte de la realidad. De hecho, cuando terminé mis estudios, tenía una idea romántica del trabajo, pero rápidamente me di cuenta de la dureza del mercado laboral. Decidí viajar a Europa con un grupo de amigos y un profesor, lo cual fue una experiencia reveladora”. Aquel viaje me permitió ver el estado de la ingeniería y la reconstrucción en países devastados por la guerra, y eso amplió mi perspectiva enormemente.

Al volver a Chile, Ricardo se hizo socio de otro ingeniero, Patricio Abalos, y formaron una sociedad. Comenzaron con trabajos de urbanización en la zona de La Florida, Santiago, y poco a poco recibieron más proyectos, tanto en el sector privado como en el público y cuenta: “Al principio trabajábamos en un pequeño espacio en el cuarto piso del Banco de Chile. Era un lugar muy modesto, sin ventanas, pero era nuestro punto de partida. Con el tiempo, fuimos creciendo y trasladándonos a oficinas más adecuadas. Fue un proceso lento, pero cada paso era un avance hacia la estabilidad y el éxito, señala. Para crecer y poder comprar maquinarias buscó el apoyo en de un inversionista, él mismo lo contacto y le ofreció un modelo de negocios". A lo largo de su carrera destaca su trabajo en la Línea 1 del Metro de Santiago y su participación como uno de los dueños iniciales del Parque del Recuerdo.

Sobrevivir a las Crisis del 82

En plena madurez, a sus 50 años, le tocó la crisis del 82, casi lo perdió todo. Era socio del Banco Unido de Fomento, el banco se perdió y debido a la coyuntura económica quedó con una deuda gigante. Tuvo el olfato y la visión para reinventarse, lo que lo llevó a comprar un terreno en un antiguo campamento, 150 hectáreas. Hoy casi 40 años después se encuentra Las Lomas de lo Aguirre. Después vinieron nuevos desafíos habitacionales como Ciudad de Los Valles, cuya inauguración fue liderada por el ex Presidente Ricardo Lagos. También intentó con una fabrica de salchichas de pescado, negocio que no prospero debido a burocracias del sistema y hoy es uno de los socios de Garden Suites, residencia para Personas Mayores.

Ricardo cree que para hacer cosas importantes, hay que soñar en grande y correr un cierto riesgo en las decisiones que uno toma: “Te tienen que pasar cosas incómodas, desde tu casa no vas a hacer un gran cambio”.

Hoy, Ricardo continúa su aprendizaje a través de los buscadores: “Averiguo en Google sobre empresas, además de investigar sobre las frutas, por ejemplo como en el caso de las papayas, especie que introdujimos en el campo. También cada día reviso mis inversiones en el IPAD. Me entretengo revisando la bolsa. Eso me mantiene”. A sus 98 años, este ingeniero con aplomo, tranquilidad y alegría es una inspiración para adaptarse a los cambios y a las crisis. Finalmente, reconoce que combinar mi amor por la ingeniería con el trabajo en el campo le han permitido tener una vida equilibrada y satisfactoria.