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La gestión de la basura en Chile

Autor:
Hernán Durán de la Fuente
Presidente Comisión Medioambiente, Colegio de Ingenieros de Chile
Profesor del Diplomado de Gestión Ambiental de Residuos Sólidos de la Universidad de Chile
Presidente de eco-ingeniería sustentable e inversiones Ltda.

El riesgo que se corre con una política orientada solamente a crear mercados de valorización de lo reciclable, es que, dadas las carencias de nuestra estructura productiva, terminemos siendo uno de los eslabones más débiles de la cadena productiva mundial y sin desarrollo productivo local, apta sólo para seguir siendo exportadores de materia primas.

Introducción

El problema visible de la gestión de los residuos sólidos en el país no es solo el hecho de que aún hay un tercio de los residuos que no van a relleno sanitario y de que el país está sucio, sino que se disponen de precarias condiciones de manejo; que el sistema de gestión es débil; que la población no asume los costos de la prestación de servicios; sino que también al ser un país sucio e insalubre, tiene fuertes impactos sanitarios y ambientales y no coherentes con el nivel de desarrollo del país y menos con una sólida oferta para el turismo.

El objetivo de esta publicación es aportar a los ambientalistas y residuólogos elementos para que ayudemos a tener una gestión más eficiente del servicio público de recolección y tratamiento de los residuos sólidos, principalmente domésticos (basura). El tema de su generación exacerbado y de la gestión de los otros residuos quedará para otra ocasión.

La primera parte se refiere al contexto histórico e institucional de la gestión de los residuos sólidos la segunda parte describe los alcances de la ley REP; la tercera parte a los desafío tarifarios y económicos; la cuarta parte a los desafíos de gestión, proponiendo algunos términos para mejorar al sistema actual; y, la última parte, sustenta la idea de la importancia de que el estado asuma su rol regulador y de gestión de los residuos.

Contexto histórico e institucional

Su enfoque pretende orientar y proponer una mirada global, holística, histórica, técnica y política, intentando asumir el enfoque de la complejidad (1) y está inserta en el debate actual, más general, de la gestión pública y/o privada o de ambas, teniendo como objetivo no solamente la eficiencia y productividad económica del servicio, sino también en el impacto en la calidad de vida de la población y en la minimización de los volúmenes exagerados de su generación e impactos ambientales, incluidos los estéticos.

En visiones anteriores, en la década de los 90, de la problemática de la formulación de una política ambiental para los residuos sólidos, el enfoque estaba fundamentalmente orientado al carácter holístico de la problemática y la de un enfoque sistémico para su operación. El aspecto de la complejidad aún no estaba directamente incorporado. (2) Por otra parte, su marco institucional estaba dado por el código sanitario (1969), cuyo objetivo es naturalmente preocuparse de mantener en buenos niveles la salud de la población. La gestión de los residuos, cuando era pública se hacía a través de las municipalidades. Su privatización comienza con el estado subsidiario de la constitución de los 80.

Todo esto, entonces, es necesario revisarlo con el objetivo de contribuir con la autoridad desde el conocimiento técnico que puede ofrecer el colegio de ingenieros, entre otros, con el fin de desarrollar una sólida base productiva para el reciclaje.

Esto en un contexto en que es especialmente importante la diferencia que existe entre los requisitos para la gestión de los residuos de un país desarrollado y de un país en vías de desarrollo, como el nuestro, donde los volúmenes y calidad de los residuos son diferentes.

Además, en el cual los encadenamientos hacia adelante de la industria recicladora de nuestros países son escasos o débiles, mientras que en los PD son abundantes y con sólidos vínculos con sus sistemas de ciencia y tecnología. Lo mismo ocurre con los encadenamientos hacia atrás. Por lo tanto, es una economía especialmente abierta y de una débil estructura productiva, en que su valor tiene que ser necesariamente incapaz de sostener lo que se llama una economía circular. Quizás, semi circular sería el nombre adecuado y. menos pretensioso

Alcances de la ley REP

Siendo la ausencia de una política de gestión ambientalmente adecuada de residuos sólidos un instrumento que hubiese podido guiar la acción de la gestión de residuos, se concluye que una de las causas principales de los bajos niveles de reciclaje, es la carencia de una industria capaz de valorizar sus residuos. El enfoque de la ley del reciclaje 20.920 o ley REP, están principalmente orientados a acondicionar los productos para cumplir con la normativa para los llamados productos prioritarios, como el caso de los envases y embalajes, pero no para generar una capacidad de innovación y productiva que permita dar ese salto. Muy influidos por la IA y las NT, con lo que no se puede hacer el trabajo operacional. Salvo, los esfuerzos que se hacen a nivel universitarios para desarrollar el ecodiseño y otras iniciativas privadas por parte de jóvenes innovadores, que tendería a facilitar el reciclaje con un adecuado diseño de los reciclables. Se estima que lo reciclable en Chile no es más del 15%, por lo cual la ley ley, en el aspecto del reciclaje, tiene un alcance muy limitado para el conjunto de la basura.

Los desafíos actuales

Por último, en un mundo en medio de un cambio climático feroz y con una sobre población que no puede alimentarse con los recursos hoy disponibles: producir más y mejor, es también un desafío ético.

El riesgo que se corre con una política orientada solamente a crear mercados de valorización de lo reciclable, es que, dadas las carencias de nuestra estructura productiva, terminemos siendo uno de los eslabones más débiles de la cadena productiva mundial y sin desarrollo productivo local, apta sólo para seguir siendo exportadores de materia primas.

Es decir, estamos en frente de un análisis que es propio de la complejidad, (3) con muchas variables que se pueden representar por varios algoritmos, pero en que resulta complejo tener una mirada única, por lo que el enfoque para encontrar una solución óptima requiere una visión con carácter histórico, holística, social, política, ambiental y sistémica.

El problema no es sólo tecnológico, valga decir que ninguna solución al problema de la gestión de los casos extremos se enfrenta a una tecnología realmente novedosa y única. Como toda materia, los residuos en general podrían ser sometidos a toda clase de acciones y reacciones físicas y químicas. Pero no existe la alternativa mágica para hacerlos desaparecer, sólo es posible transformarlos en otras materia y/o energía. A pesar de la tremenda polución de vendedores que intentan convencer a los alcaldes de sus “novedades”. Sus ofertas varían muy poco en los insumos que utilizan y, por lo tanto, de sus costos respectivos, salvo los incrementos en el consumo de energía que suelen dispararse sin consideraciones de los impactos en el cambio climático. Proponiendo finalmente la venta de ilusiones a un sector sumido en la ignorancia.

Dentro de la multiplicidad de casos y temas con relación a las propiedades físicas y económicas de los materiales, hay dos situaciones que presentan el mayor interés. Por una parte, el tema de los residuos orgánicos y, por otra parte, el sistema tarifarios, como dos elementos cuyo tratamiento es indispensables para contribuir el buen funcionamiento de la ley REP, o cualquier otra gestión que pretenda preocuparse ambientalmente de los exagerados volúmenes de residuos que van al relleno sanitario.

Quién paga y quién gana

Los residuos orgánicos son un porcentaje importante (+50%) del total y lo segundo, porque para poder enfrentar el problema se requieren recursos e incentivos, para lo cual es fundamental cumplir con el principio de quien contamina paga (pagar por su tratamiento). Pues permite crear mecanismos eficientes desde el punto de vista costo/beneficio, con incentivos concretos (4) que fomenten el reciclaje y valorización de los residuos y por lo tanto disponer de los recursos necesario para su gestión y tenerlo como un importante incentivo para su minimización. Ambas cosas suponen un gran esfuerzo por parte de las autoridades ambientales para lo cual requieren importantes apoyos institucionales, más allá de miradas temerosas del cambio que entorpecen la acción, y aplicar enfoques amplios de la complejidad del problema a resolver.

Lo paradojal es que la ley permite que se aplica el principio de quien contamina paga regulando las tarifas que las municipalidades pagan a los gestores (transporte y rellenos) pero no ocurre lo mismo con las tarifas que paga la población a las municipalidades, sin considerar que, lo más importante, es que la población, cuando paga, no lo hace en función de la cantidad de basura que generan, sino del valor de las contribuciones, nada que ver con el volumen de residuos que generan. Además, solo el 20% paga contribuciones. Generándose un sistema en el cual no hay incentivos económicos para que el ciudadano genere más o menos. Es decir, no se considera lo central del incentivo de mercado para la sociedad centrada en el libre mercado. Y, por otra parte, las municipalidades tienen que sacar recursos de la salud, educación y otros para financiar la basura.

Curiosamente, se entiende la importancia del principio que quien contamina paga en el papel, pero no en la acción, pues desde hace muchas décadas que se hace todo lo posible por evitar su aplicación en el servicio público de las basuras, no así en el eléctrico y el agua, seguramente por el monto de las inversiones y los intereses en juego.

Propuesta para gestionar la basura de manera eficiente

En ambos casos se detecta una ausencia del análisis de contexto. Para señalar algunos ejemplos, por una parte, en la perspectiva histórica el propio gobierno regional para referirse al sistema de gestión actual reitera que “el actual sistema de gestión de residuos de la RM tiene 20 años” (5) . Lo cual es lamentable porque para proponer una gestión moderna hay que hacerlo sobre la base histórica real y conocerla, pues hay que saber lo que se pretende cambiar. Qué podremos modernizar si no sabemos que es lo que tenemos y en qué base histórica podemos apoyarnos. Por otra parte, en la estrategia de los residuos orgánicos, la ENRO (2017), no se hace una referencia técnica y explícita al proceso ecosistémico en que se basa la degradación de la materia orgánica para transformarla en Biogás, compost o material para humos, tema en el que la humanidad, junto a su evolución, viene progresando desde los comienzos de la agricultura. Tampoco se identifican con precisión las diferencias entre el compost y el humus y menos se señala que es una práctica que entre otras cosas se ha pretendido utilizar como una importante herramienta para evitar el uso de la tierra de hoja de los bosques nativos por su consiguiente destrucción.

Por esta razón, el tema de los residuos orgánicos hay que situarlo en la temática histórica en que el uso de éstos es de larga data, por cuanto allí puede haber claves importantes para mejorar la eficiencia de su gestión hoy en día.

Tampoco se sitúa la gestión de los residuos sólidos domiciliarios en el contexto de una prestación de un servicio público, con criterios nacionales e internacionales. Es más, no se entienden los principios ambientales que están detrás de dicha gestión como el de quien contamina paga, proximidad, como el precautorio, que ni siquiera se menciona. Siendo ambos, la base de cualquier estrategia desde los sesenta en adelante. No llama la atención, por ejemplo, que el código sanitario, responsable y orientador de la gestión de los residuos, sea de fines de los sesenta del siglo pasado (han pasado 60 años y ojalá que no caigamos también en la idea de que todo lo que tenga más de 30 años, está obsoleto), aunque los residuos se han generado siempre.

Cierto es que los rellenos sanitarios son soluciones que se orientaron al tema sanitario, principalmente. Tanto como lugar de disposición alejado de los lugares más densamente habitados como con el objetivo de aislar los residuos de su entorno. Sin duda fue una gran solución sanitaria para un mundo en que disponía sus residuos en los lechos de los ríos y en fosas especialmente construidas para tal objetivo (6) , en el mejor de los casos. Las presiones de la población por mejores condiciones sanitarias causadas por las pestes y otras enfermedades transmitidas por vectores sanitarios, con una gran proliferación en las fosas o vertederos, fue un factor decisivo en su desarrollo y de su adopción en Chile, de las propuestas de la OMS y de otros organismos internacionales para asumir la necesidad de construir los rellenos sanitarios. Sin embargo, hoy no es más del 70-80% que tienen ese destino, por lo que no es un punto de partida tan sencillo. Además, los residuos de hoy ya no son como los de antes. Por lo que tampoco podemos seguir haciendo lo mismo y olvidarnos del pasado. Se sostiene que la gestión de residuos representa el 5% del CO2 que se envía a la atmósfera y que utilizar grandes superficies para sus basurales y rellenos, perjudicando a la naturaleza. Nada de eso está realmente incorporado en nuestras leyes de residuos.

Rol del estado para crear un sistema de gestión de servicio público con una empresa modelo

El sistema tarifario requiere una doble mirada, internacional, en términos de los casos con gestión exitosa de los residuos y nacional, en relación con el uso de un sistema de servicios que siga la práctica, principalmente del manejo de los servicio sanitarios y eléctricos.

Ambos servicios han conseguido funcionar de manera bastante eficiente en la medida en que entregan un abastecimiento regular de calidad y a costos razonables.

El servicio sanitario, no solo abastece de agua a la población sino también trata las aguas servidas que generan de forma tal que realimenta la cuenca en su ciclo hidrológico neutralizando sus contaminantes. Con bastante eficiencia a nivel nacional. Además de eso, tiene una superintendencia con una gran capacidad de fiscalizar el funcionamiento de las sanitarias (empresas encargadas del abastecimiento y tratamiento de las aguas) utilizando el principio precautorio, con dos características fundamentales, son empresas en que cada habitante y/o actividad económica paga en función de lo que utiliza y sus gastos en inversiones son controlados a través del funcionamiento de una empresa modelo, por parte del Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS). Constituyendo un modelo ejemplar en la América Latina. Es decir, la empresa modelo, como herramienta de simulación de la gestión del servicio, simula lo que haría una empresa en que sus gastos tienen como objetivo proporcionar un servicio público a todo el país, en las mejores condiciones económicas, sociales y ambientales que se requiere.

En el caso de las empresas de gestión de residuos, ninguna familia paga en función de los residuos que genera (principio de quien contamina paga) y donde se conceden por licitaciones en un mercado monopólico, con municipalidades no preparadas para la gestión de residuos, con todas las fallas e imperfecciones conocidas. La relación económica es entre el municipio y la empresa recolectora y la empresa que trata los residuos y el que contamina, no son los municipios, son los individuos. El sistema tarifario sólo se preocupa de transferir recursos a los gestores de residuos, más que velar por la existencia de un sistema eficiente, altamente productivo. Lamentablemente, todas las empresas que antes eran públicas fueron concesionadas o privatizadas y ninguna quedó como empresa pública, desde el punto de vista de la propiedad, salvo EMERES que tiene una acción limitada.

Fuentes:

1 El inspirador de este enfoque de pensamiento global es Edgar Morin, introducción al PENSAMIENTO COMPLEJO, GEDISA, Barcelona 1994 (original en francés, París, 1990.

2 El enfoque holístico y sistémico fue desarrollado en la década de los noventa y está reflejado en Hernán Durán de la Fuente (compilador), Gestión ambientalmente adecuada de residuos sólidos,-un enfoque de política integral-, Tiempo Nuevo Producciones, CEPAL/GTZ, L.1095, Santiago, diciembre 1997.

3 Se postula que no es posible hacer un análisis basado en puntos de vista reduccionista, es decir, resolver problemas complejos a partir de sus partes, se requiere observar en el enfoque de la complejidad en que la teoría del caos puede jugar un papel relevante. Cardenas R. María Luisa; Rivera R., José Francisco, “La teoría de la complejidad y su influencia en la ”Revista de Teoría y Didáctica de las Ciencias Sociales, núm 9, enero- diciembre 2004, pp.131-141 p. 135, Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela.

4 Por ejemplo, descontar de una tarifa (inexistente) el porciento que se recicla. Como en el mundo desarrollado.

5 Gobierno regional metropolitano. SANTIAGO, MODELO DE GESTIÓN INTEGRAL DE RESIDUOS SÓLIDOS MUNICIPALES PARA LA REGIÓN METROPOLITANA, 2022, P5/DE PP63,

6 En Chile se definen los vertederos como los sitios donde se dispone basura sin estudios de impacto ambiental y sin sus respectivos permisos y manejados por privados. Tolerados, en ocasiones, por la falta de alternativas. Los rellenos, son construcciones más sólidas que han aprobados sus EIA (Estudios de Impacto Ambiental) y tienen su RCA (Resolucion de Calificación Ambiental). Sin embargo, su control y exigencias más avanzadas para su construcción son relativamente.